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lunes, 18 de marzo de 2019
Las manos atadas a la espalda y un tiro en la sien
ETA asesinó hace 35 años al jefe de Traumatología de la Residencia
Con un tiro en la cabeza y las manos atadas a la espalda con una cuerda de esparto. El doctor Ramiro Carasa Pérez, jefe del servicio de Traumatología de la Residencia Nuestra Señora de Aránzazu en San Sebastián, hoy Hospital Donostia, fue hallado muerto en el borde de un camino forestal en un monte cercano a Urnieta, el 30 de marzo de hace 35 años. Una voz que dijo pertenecer a ETA-m llamó al diario Egin facilitando unos datos precisos sobre el lugar donde se encontraría el cadáver del doctor Carasa. “Al que se ha ejecutado después de haber sido interrogado», dijo el interlocutor, según relatan las crónicas de aquel día.
El cadáver del jefe del servicio de Traumatología de la Residencia se hallaba al borde de un estrecho camino forestal, en una zona de bosque cercana a un caserío de Xoxoka, zona perteneciente al municipio de Urnieta. El lugar se encontraba a aproximadamente un kilómetro del final de la carretera asfaltada que procedía de Urnieta. Estaba tumbado boca abajo, con las manos atadas a la espalda. Ramiro recibió un disparo detrás de la oreja izquierda, otro en el hombro izquierdo, con orificio de salida por encima de la fosa supraclavicular, y tres más en parrilla costal izquierda.
El cadáver presentaba, asimismo, un hematoma de grandes dimensiones en la zona del ojo derecho, con fractura del hueso supraorbitario. Esta última herida fue consecuencia de un fuerte culatazo.
Algunas fuentes oficiales señalaron entonces que el doctor Carasa se había negado a atender a un miembro de ETA herido. Posteriormente, sin embargo, pudo confirmarse que Ramiro Carasa nunca negó asistencia médica a nadie. Tanto el Colegio de Médicos, como la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica, difundieron una breve nota en la que se insistía en considerar imposible que el médico asesinado hubiera negado asistencia a ningún herido de la organización terrorista.
Un médico «muy competente»
Tenía 38 años y era soltero. Era originario de la localidad santanderina de Liendo, aunque seis años había vivido en Madrid. Sus compañeros en la Residencia señalaron que no se le conocían simpatías políticas «ni para un lado, ni para otro», y que como médico era «muy competente”, al tiempo que bien considerado como compañero. De hecho, contaba con una brillante trayectoria profesional. Había ingresado como médico residente en La Paz, de Madrid, y pasó a ser adjunto al término de los tres cursos correspondientes. Más tarde fue nombrado jefe clínico en la Residencia Primero de Octubre, puesto que ocupó durante cuatro años, hasta que consiguió por oposición la plaza de jefe de servicio, en 1975, con el número uno, y pidió destino en la capital guipuzcoana. El joven médico asesinado por ETA mantenía intercambios científicos con colegas de profesión en Francia, Inglaterra y Estados Unidos, y había participado en reuniones académicas y congresos en esos países.
Por este asesinato fue condenado en 1986, como autor material, Jesús María Zabarte Arregi, ‘el carnicero de Mondragón’. Unos años después, en 1990, fue condenado Juan José Iradi Lizarazu, en concepto de cómplice, por ser la persona que participó en el seguimiento y vigilancia de Ramiro recabando la información necesaria para su secuestro y asesinato. –
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