miércoles, 3 de julio de 2019
El atentado de la T4
El fin del silencio
Foto – J.I. FERNNDEZ
La fotografía recoge la imagen de la manifestación que se llevó a cabo en Bilbao el 11 de julio para reclamar la libertad de Miguel Ángel Blanco. ETA despreció la movilización y un día después mató al edil popular. «Aquel día en EL CORREO contratamos una grúa para sacar esta fotografía. Éramos conscientes de que miles de personas iban a salir a la calle.
La huella de ETA en el fútbol: atentados, asesinatos y extorsiones
LA actividad terrorista de ETA han salpicado en ocasiones al mundo del deporte, en concreto al fútbol. Uno de las 853 personas asesinadas vilmente por la banda durante su existencia fue el ex futbolista José Antonio Santamaría Vaqueriza.
La carta inédita con la que ETA intimidó a mujeres de guardias civiles
El monstruo comenzaba a coger forma. Nos ubicamos en verano de 1968. En junio, ETA cometió su primer atentado mortal. Iñaki Sarasketa y Txabi Etxebarrieta acribillaron a balazos al guardia civil José Antonio Pardines en la localidad guipuzcoana de Villabona en un control rutinario de tráfico. Aquel suceso marcó el transcurso de décadas venideras, marcadas por el terror que impondría la organización.
Las víctimas denuncian en su homenaje la "humillante" entrevista a Otegi
Su discurso en el homenaje anual a las víctimas del terrorismo en el Congreso dejó fría a la bancada socialista, a la que puso ante la responsabilidad de evitar que Bildu tenga el control.
El anonimato del héroe
Foto – JAVIER FERNÁNDEZ
En la imagen, de diciembre de 1988, se ve a una ciudadana anónima que trata de atender a un agente herido en Eibar al estallar un coche bomba al paso de un convoy de la Policía Nacional.
«Esta foto pone muchas cuestiones sobre la mesa. La primera, sin duda, es el clima de miedo en el que vivíamos y que hacía necesario tapar la cara del héroe. Debíamos ocultar el rostro de una mujer que ayudaba a un herido para que no sufriera represalias.
No hay mayor muestra del ambiente insano y atemorizado que se vivía en Euskadi», explica el fotógrafo. Pero Juan Ignacio Fernández considera que la imagen sugiere también otra cuestión. «Los fotógrafos nos planteamos muchas veces si lo que hacemos tiene sentido. Lo normal, ante una escena así, sería dejar de sacar fotos y ayudar. Pero teníamos que contar lo que estaba pasando. Éramos quienes íbamos a reflejar la realidad. El lector que ve esa imagen no puede entender el momento emocional de un fotógrafo», continúa Juan Ignacio Fernández.
«Nuestras imágenes eran la punta del iceberg de algo muy terrible. Nada de lo que vimos nos dejó indemnes. Solo desde la distancia te das cuenta del horror que hemos vivido como seres humanos mientras tomábamos estás fotografías».