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jueves, 18 de octubre de 2018

Carta a Miguel Ángel Blanco




11/07/2012 por fernandogonzalezjaen
Querido Miguel Ángel.

Te escribo con motivo del 15 aniversario de tu asesinato a manos de Eta (al igual que María San Gil, me niego a escribir en mayúsculas las siglas de Eta, que en euskera significan “País Vasco y Libertad”). Como bien sabes hace 15 años yo sólo tenía 11 años. Pero las horas de tu secuestro y “asesinato a cámara lenta”, como bien lo definiría Mayor Oreja, sin duda las recuerdo con tristeza e intensidad. A día de hoy, yo, un concejal de municipio como tú, reconozco que tu testimonio y entrega representan un orgullo y una referencia ineludible en mi actividad política.

¿Por qué decidieron matarte? ¿Qué habías hecho? ¿Eras dado a provocaciones o a meterte en líos? Lo que si que conozco es que eras economista, y tu padre albañil. De familia sencilla, como la inmensa mayoría de las familias españolas. ¿Pero qué tenías tú que el resto no tuviera? ¿Por qué a la postre tu nombre se convirtió en uno de los más tristemente conocidos de la historia reciente de España? Imagino que tu familia y amigos han buscado en no pocas ocasiones una respuesta a tan infames cuestiones. Imagino también que han debido escuchar multitud de lecturas, mensajes de ánimo, voces que claman justicia contra tus asesinos y vítores que ansían una verdadera paz y libertad en Euskadi.
Sin embargo, creo que con motivo del aniversario de tu muerte debemos repetirnos todos estas preguntas. ¿Por qué a ti y no, por ejemplo, a mi? ¿Por qué no a cualquier otro? Y pensando llego a una conclusión desalentadora. El motivo no es otro que el hecho de que pensabas de manera diferente, no eras nacionalista. Es cierto que tocabas en un grupo de música y que te planteabas hacer una marcha a Madrid para reclamar la construcción de un polideportivo en tu pueblo, Ermua. Salías con tu novia y vivías en familia con la tranquilidad de quien tiene las manos limpias, la cabeza alta y la conciencia tranquila. Nunca jamás pensaste que podría tocarte a ti. Pero te tocó. Dos tiros en la nuca acabaron con los sueños de un joven que no tenía más intención que vivir en paz y trabajar por un mundo mejor y más justo para todos. Truncaron la vida de un joven concejal que trabajaba por mejorar su municipio, que soñaba con una sociedad donde las ideas no fuesen motivo de perder la vida.

Han pasado 15 años. Parece mentira. Hoy somos otros los que cogemos tu testigo y compartimos los sueños y las aspiraciones que tú mismo tenías. Somos todos nosotros, la inmensa mayoría de ciudadanos que creemos en la democracia y la justicia del Estado de Derecho, independientemente de nuestras ideas políticas, los que 15 años después miramos con pesar al cielo y te damos las gracias. Tu martirio y tu entrega no caerán en saco roto, no serán nunca en balde. Por mucho que las circunstancias cambien y los cielos se llenen de nubarrones que amenazan tormenta, tu nombre siempre prevalecerá. Nunca jamás, bajo ningún concepto, aquellos que no condenaron tu asesinato y todavía hoy lo pasan por alto tendrán la más mínima credibilidad cuando presenten su proyecto de paz y convivencia en Euskadi. Y lo que es más importante, tu aliento siempre avivará la llama de la lucha por la libertad. La que permite la lucha de las ideas, o lo que es más básico incluso, la que pone la base de que todas las ideas sean respetadas.

En mi trayectoria como concejal tengo que decirte que uno de los momentos más emotivos fue la aprobación de una moción presentada en el Ayuntamiento de Pinto por el Partido popular solicitando que se pusiese tu nombre a un equipamiento municipal. Hoy ese equipamiento es reconocido y valorado por todos y sirve de sede a las asociaciones de Pinto. Es precioso ver al movimiento asociativo, de por si vital y diverso, convivir en un espacio bautizado con un nombre que es sinónimo de entrega. Nosotros hoy entregamos nuestro tiempo y nuestro trabajo. Pero tú te viste obligado a entregar tu vida. Pase lo que pase, siempre te estaremos agradecidos.

Gracias por todo Miguel Ángel. Gracias por tu vida. Descansa en paz.

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