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lunes, 20 de junio de 2022

La barra de pan en el salpicadero que apunta a «Txeroki»

El exdirigente de ETA Garikoitz Aspiazu, "Txeroki", en un juicio en la Audiencia Nacional
ETA utilizó la misma señal para que los terroristas identificaran el coche-bomba en el atentado contra la Ertzaintza en Ondarroa, que Dignidad y Justicia quiere reabrir, y el asesinato del brigada Luis Conde en 2008. 

Una barra de pan en el salpicadero. Ésa era la señal convenida por la dirección de ETA para que los terroristas que debían atentar contra la Ertzaintza por orden directa de Garikoitz Aspiazu, «Txeroki», reconocieran el coche-bomba que la Zuba, el comité ejecutivo de la banda criminal, puso a disposición del «comando» para llevar a cabo el atentado. Finalmente, el objetivo elegido fue la comisaría de la Policía vasca en Ondarroa (Vizcaya). La explosión del coche-bomba ese 21 de septiembre de 2008 no causó víctimas mortales, pero sí hubo 18 heridos (trece de ellos ertzainas) y cuantiosos daños materiales.


Apenas unas horas después, en la madrugada del 22 de septiembre, ETA asesinaba en Santoña (Santander) al brigada del Ejército Luis Conde. Como en el atentado anterior, la cúpula de la banda terrorista había indicado a los etarras encargados de cometer la acción criminal que debían recoger el vehículo con los explosivos en un lugar convenido (en este caso en las inmediaciones de Vitoria). Un coche que reconocieron (tal y como consta en la sentencia de la Audiencia Nacional por la que en 2013 fueron condenados a 485 años de prisión Daniel Pastor, Beatriz Etxebarria e Iñigo Zapirain).


Por el atentado contra la comisaría de la Ertzaintza en Ondarroa ya fueron condenados a casi 300 años de cárcel los dos autores materiales: Ibon Iparraguirre y Asier Badiola. Pero, ahora, Dignidad y Justicia (DyJ) pretende que la Audiencia Nacional investigue a quienes en esas fechas formaban parte de la dirección de ETA por su supuesta responsabilidad en el atentado como autores mediatos: dado el dominio absoluto que ejercía la cúpula terrorista sobre los miembros de ETA –argumenta en la querella el abogado de la asociación de víctimas Miguel Ángel Rodríguez Arias– sus miembros «eran los únicos que realmente podían haber revocado, en cualquier momento, la decisión de continuar con el atentado».

La Fiscalía no ve indicios suficientes

Con esa argumentación, la asociación que preside Daniel Portero ha conseguido que la Audiencia Nacional investigue ya a 24 exjefes de ETA por los asesinatos de Gregorio Ordóñez, Miguel Ángel Blanco, el juez José Francisco Querol, el atentado de la T-4, la casa cuartel de Zaragoza y el asesinato de dos agentes en Sangüesa en 2003. En el caso del atentado de Ondarroa –la querella se dirige contra «Txeroki», Aitzol Iriondo, Mikel Carrera Sarobe, «Ata», y Ainhoa Ozaeta–, el magistrado de la Audiencia Nacional Alejandro Abascal aún no se ha pronunciado sobre la admisión a trámite de la querella, pero la Fiscalía sí se ha opuesto a que tramite la denuncia, tal y como adelantó LA RAZÓN.

Para la Fiscalía, las declaraciones de los dos condenados (Badiola dijo a la Policía que fue «Txeroki» quien ordenó el atentado, aunque se desdijo ante el juez, e Iparraguirre afirmó que fue la dirección de ETA la que dio la orden) no han sido corroboradas «mínimamente» por otros indicios que permitan dirigir la investigación contra los cuatro exjefes de la banda terrorista.

Para el Ministerio Público, es «indiscutible» que los cuatro formaban parte de la Zuba en esas fechas, pero no advierte indicios suficientes contra ellos sobre su «participación directa y concreta» en el atentado.

Para Dignidad y Justicia, sin embargo, los hechos probado en la sentencia que condenó a los autores materiales del atentado contra la Ertzaintza «acreditan la expresa y directa participación» de los exdirigentes etarras en el atentado con coche-bomba.

Idéntico modus operandi

Para la asociación resulta determinante el modus operandi en la preparación del atentado –coincidente con los preparativos del asesinato del brigada Luis Conde–, por el cual la dirección de ETA puso a disposición de sus «comandos» un vehículo con explosivos para cometer la acción criminal. Un coche-bomba que en ambos casos debían reconocer los terroristas por la colocación de una barra de pan en el salpicadero.

En el caso del atentado contra la Policía vasca, la sentencia que condenó a Badiola e Iparraguirre da por probado que el 21 de agosto de 2008 ambos se desplazaron a Francia, donde el primero se reunió con la cúpula etarra, identificando a uno de sus dos interlocutores como «Txeroki» por «las fotos de la prensa».

«Para llevar a cabo la acción Txeroki le anunció que les proporcionaría un coche bomba totalmente preparado, señalando el lugar donde recogerlo, en el párking del polideportivo de Eskoriatza, concretando que, como señal, existiría una barra de pan en el salpicadero y las llaves en el interior del vehículo».

“A modo de señal”

Un mes después, el 20 de septiembre, los terroristas fueron a Eskoriatza a recoger el coche (cargado con 100 kilos de amonal), que efectivamente tenía «a modo de señal una barra de pan en el salpicadero».

En la sentencia por la que se condenó a los autores del asesinato del brigada Luis Conde, se repite esa misma señal. «Desde Francia la organización les proporcionó un vehículo», señala el tribunal (que había sido robado en Francia unos días antes). El 20 de septiembre, los tres integrantes del «comando» acudieron a Vitoria a recoger el coche con los explosivos, «que reconocieron porque tenía una barra de pan en el salpicadero» (en este caso, las llaves estaban «ocultas en el tubo de escape»).

Para Dignidad y Justicia, esa coincidencia demuestra un mismo patrón de conducta por parte de la dirección de ETA, que según fuentes de la asociación implica a la Zuba o comité ejecutivo etarra en el atentado contra la comisaría de la Ertzaintza en Ondarroa, por lo que confían en que prospere su denuncia y la Audiencia Nacional reabra la investigación.

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