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lunes, 18 de marzo de 2019

José Pardines Arcay

Varios jóvenes observan la moto de la víctima, en el suelo, tras el atentado ante la atenta mirada de un agente. En el gráfico, los detalles de aquel atentado. / JOSEMI BENÍTEZ

El 7 de junio de 1968 la banda terrorista ETA asesina en Villabona al guardia civil JOSÉ PARDINES ARCAY. Fue la primera víctima mortal deliberada de la banda y, durante muchos años, se consideró que fue el bautismo de sangre de ETA. Aún tenían que pasar muchos años para que el asesinato de la niña Begoña Urroz Ibarrola, el 27 de junio de 1960, fuese atribuido a la banda terrorista.

El año 1968 fue el año en que la organización terrorista tomó la decisión de empezar a matar, aunque ya desde 1962 la denominada “rama acción” de ETA se convirtió en “rama acción militar”. También en ese año se produjo la primera baja en las filas de la banda. Fue un año crítico en el que el régimen de Franco respondió a los asesinatos con la declaración del estado de excepción y el restablecimiento de medidas de represión contra el bandidaje y el terrorismo, que suponían recuperar para la jurisdicción militar los juicios por esos delitos.

El asesinato de José Pardines se produjo en la Nacional I, a su paso por el término municipal de Villabona (Guipúzcoa), en una zona en obras de la carretera. La Guardia Civil de Tráfico se encontraba en el lugar desviando los vehículos y dirigiendo el tráfico. Pardines estaba en un extremo de las obras y Félix de Diego, su compañero, en el otro, a una distancia de dos kilómetros. En ese momento, los etarras Francisco Javier Echebarrieta Ortiz, alias Txabi, e Iñaki Sarasketa, que viajaban en un automóvil Seat 850 coupé con matrícula de Zaragoza, se detuveron junto a Pardines, que debió ver algo sospechoso en el mismo y les solicitó la documentación.
Treinta años después, Iñaki Sarasketa relataría en La Revista de El Mundo (7 de junio de 1998) como ocurrieron los hechos: “Txabi me dijo: ‘Si lo descubre, lo mato’. ‘No hace falta’, contesté yo, ‘lo desarmamos y nos vamos’. ‘No, si lo descubre, lo mato’. Salimos del coche. El guardia civil nos daba la espalda, de cuclillas mirando el motor en la parte de detrás. Sin volverse empezó a hablar: ‘Esto no coincide…’. Txabi sacó la pistola y le disparó en ese momento. Cayó boca arriba. Txabi volvió a dispararle tres o cuatro tiros más en el pecho. Había tomado centraminas y quizá eso influyó. En cualquier caso, fue un día aciago. Un error. Como otros muchos en estos veinte años. Era un guardia civil anónimo, un pobre chaval. No había ninguna necesidad de que aquel hombre muriera”.

En el momento del asesinato, el conductor de un camión que pasaba por ese tramo de obras se percató de lo que sucedía y alertó al compañero de Pardines, que se acercó con una motocicleta hasta el lugar donde se encontraba el guardia civil, muerto en medio de un charco de sangre.

Txabi Echebarrieta, autor material del crimen, murió horas más tarde en un enfrentamiento con la Guardia Civil en Tolosa. Sarasketa fue detenido y condenado a muerte, aunque la pena fue conmutada por cadena perpetua. Beneficiado por las medidas de amnistía aprobadas como parte del proceso de Transición a la democracia tras la muerte de Franco, salió de prisión en 1977. El día que asesinaron a Pardines, Echebarrieta y Sarasketa se dirigían a San Sebastián para preparar el asesinato del inspector Melitón Manzanas.

José Pardines Arcay era natural de Malpica (La Coruña). Estaba soltero y tenía 25 años. Hijo y nieto de guardias civiles, había residido en varias localidades gallegas y también en Santa Pola (Alicante), donde también estaba destinado su padre en el momento del asesinato. Una vez que entró en la Guardia Civil, estuvo destinado primero en Asturias y, posteriormente, tras realizar el curso de Tráfico, fue destinado a Guipúzcoa, donde conoció a su novia, Emilia. Huérfano de madre desde muy joven, se crió con la ayuda de una tía. Cuando empezó a ganar dinero, contribuyó a la economía familiar para que sus dos hermanos menores pudiesen estudiar. Su compañero el día del atentado, Félix de Diego Martínez tuvo que abandonar la Guardia Civil en 1972. Siete años más tarde, el 31 de enero de 1979, fue asesinado también por la banda terrorista ETA.

Los restos mortales de José Pardines fueron enterrados en Malpica, donde se celebró el funeral. Un año después, se le hizo un homenaje en su localidad natal y se colocó una placa azul con letras blancas en la calle que lleva su nombre donde puede leerse: “Guardia civil 1943-1968. Morto en servicio. 7 xunio”.
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