"La vida de los muertos está en la memoria de los vivos", con esta frase de Cicerón acaba el documental '1980' (2014), un trabajo televisivo que rescata la memoria de el momento más duro de la actividad de la banda terrorista ETA. Destaca la emisión de este documental hoy en la 2, a las 22.55 h, como aporte de contraste a la programación de HBO y Telecinco de la serie 'Patria', un relato dramatizado de los efectos de la violencia en el pueblo vasco.
Resulta hoy singular que, incluso la visión suavizada y con tendencia a la concordia de una serie como 'Patria' esté creando cierta incomodidad entre algunos sectores culturales afines a la independencia y se aprecie como un relato partidista, con tintes ideológicos, para tratar de maquillar una realidad fantasiosa del relato de la opresión, casi como una justificación de la violencia por parte de ese sector crítico. Mientras, otros sectores ven la equidistancia del póster un motivo de boicot a HBO.
Dirigido por Iñaki Arteta, '1980' disecciona la historia del año en el que ETA cometió 200 atentados, asesinó alrededor de 98 personas y cometió 22 secuestros. El comienzo de 'los años de plomo' es el punto de partida del documental en el que tienen la palabra periodistas, políticos y principalmente los familiares de los asesinados, las víctimas de la banda que narran su experiencia y ponen sobre la mesa el estado en el que quedó su vida.
Iñaki Arteta es un incansable documentalista de los efectos del terrorismo sin maquillaje, con una obra dedicada a dar voz a las víctimas con filmes como 'Voces sin libertad', 'Trece entre mil', 'El infierno vasco', 'Contra la impunidad' o 'Bittor Arginzoniz, Vivir en el silencio'. Él mismo recuerda que 1980:
“Era un tiempo muy esperanzador por una parte, pero muy oscuro por otra. Las luces y las tinieblas a la vez. Esperanzador porque salíamos del franquismo, pero por otra parte llegó algo que nos arrolló a todos, el ultranacionalismo lo impregnó todo, era todo muy agresivo. Leías el periódico y todo lo de los asesinatos, pero era algo que te pasaba muy rápido”.
Con solo una hora de duración, '1980' narra el paso de una organización que no estaba del todo mal vista, por su origen antifranquista, a su percepción internacional como movimiento y su poder interno para la manipulación de la conciencia, que hacía a las victimas sentirse avergonzadas de ser hijos de un chivato. Aunque deja claro que las víctimas no se limitaban a Guardias Civiles, también se dedicaban a asesinar a los enterradores que osaban enterrarles, policías municipales que hablaban con sus compañeros o sencillamente a trabajadores que discrepaban, taxistas, y españoles sin relación.
La conjura siniestra
Además de los relatos de las víctimas, vilmente tratadas como parias en su tierra, rechazadas y aisladas, hay testimonios sorprendentes como el que implica a curas que daban información para matar a la banda. Se narra el momento en el que hasta los periodistas eran asesinados y el discurso sectario se iba haciendo tan fuerte que hasta cualquier señalado por "ser de la derecha", sin juicios ni contemplaciones, erado, fusilado, con las victimas disculpándose o tratando de limpiar las justificaciones de ETA por ser confidentes o pidiendo explicaciones a la banda ellas mismas, por haber matado, por ejemplo, a un Euskaldun.
1980 fue el año en el que ETA buscaba cosas mas bestias para salir en la prensa, pero quizá la parte a la que no se atreve a entrar 'Patria' es la xenofobia integrada y el tratamiento de los inmigrantes obreros, que llegaban para ser explotados y crear un tejido empresarial, con grandes patronos mandando hoy, y que eran calificados como maquetos, y ramificaciones como Coreanos, e ignorantes a los andaluces. Algo que, por cierto, la serie de Gabilondo comparte con cierto personaje castellano, dibujado con brocha gorda como maltratador.
Lo más interesante de '1980' es cómo desmitifica los motivos de la violencia en un estado de derecho con futuro por delante, con el resultado de una actividad terrorista que suele contarse por muertos pero no cuenta el exilio y el silencio forzados por el sectarismo, persecuciones, pintadas, adoctrinamiento de la idea de la invasión, en ciclos sociales, ámbito familiar y cultural o detalles como no poner en una placa conmemorativa que un asesinado ha sido víctima de ETA, mostrando el etnicismo como causa última.
Pero sobre todo, muestra cómo el pasado llegó a normalizar la situación, y como lo rutinario de la violencia hacía que perdiera su aura macabra y que la gente la viera como algo normal, conviviera con la sangre, el miedo y los muertos. Algo que se equipara en el film con el día a día de la Alemania antes de la guerra, y cómo lo horrible no era algo que se pusiera de manifiesto, porque todo lo demás transcurría con normalidad. Pequeñas píldoras de historia como '1980' ayudan a mantener la memoria de los muertos, para que tengamos claro cómo pasó y no se repitan los mismos errores. - Fuente
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